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POLÍTICA

Dir. de Comunicación Institucional | 15-06-2018 08:00

Material de archivo
 

La rebelión estudiantil desatada en Córdoba en 1918 sentó los principios rectores de las universidades públicas argentinas: autonomía, cogobierno, elecciones, libertad de cátedra y extensión.

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imagen de la noticia: La histórica imagen de los estudiantes izando la bandera reformista en el Rectorado de la Universidad Nacional de Córdoba.

La histórica imagen de los estudiantes izando la bandera reformista en el Rectorado de la Universidad Nacional de Córdoba.

Un 15 de junio, hace exactamente cien años, la Universidad argentina comenzó a dar un vuelco tal que se convirtió en vanguardia mucho más allá de las fronteras del país. La huelga general y toma de la Universidad de Córdoba, por parte de unos mil estudiantes, fueron el punto de partida de un complejo y riquísimo proceso que, hasta hoy, se sintetizan en dos palabras: Reforma Universitaria.

 

¿Qué ocurrió y por qué el 15 de junio de 1918 en Córdoba?

 

Con una ola reformista que crecía día tras día, se procedió a elegir rector. Lo haría, por primera vez, una Asamblea Universitaria, producto de la pelea que venían dando los estudiantes. Estos apoyaban al reformista Enrique Martínez Paz, que enfrentaba a Antonio Nores, integrante de la ultraconservadora asociación Corda Frates y postulante de los sectores tradicionalistas.

 

Luego de dos votaciones en las cuales ni Martínez Paz ni Nores lograron mayoría, se pasó a una tercera en la cual muchos profesores cambiaron su voto en favor del candidato ultraconservador, quien ganó 24 a 13. Y los estudiantes estallaron.

 

Los jóvenes irrumpieron en la Asamblea, desconocieron el resultado, y radicalizaron su proyecto. El intento fallido de avanzar en reformas con el apoyo de un sector de los profesores potenció la postura estudiantil, al punto de exigir su participación directa en el gobierno de la casa de altos estudios para garantizar los cambios en su seno.

 

Los orígenes de la Reforma podrían rastrearse hasta el siglo XIX. Pero situados en el XX, hay que destacar hechos puntuales que aceleraron el estallido del 15 de junio.

 

Aunque su vida fue corta, la creación de la Universidad Popular en 1917 sembró la semilla de la extensión universitaria, un eje clave de los principios reformistas. Motorizada por Arturo Orgaz, Deodoro Roca y Arturo Capdevila, protagonistas centrales de la Reforma de 1918, promovía la educación de obreros y sectores populares en general. Ya existían experiencias en Europa.

 

También en 1917 se produjo un hecho que agitó las aguas como pocos: en la facultad de Medicina se cerró el internado para alumnos avanzados de la carrera por porte de la Academia de esa casa de estudios. ¿El argumento? Razones de “economía y moralidad”. El internado era una escuela práctica para los futuros médicos, muy importante para los jóvenes de escasos recursos que vivían fuera de la ciudad.

 

Ya en el ‘18 se creó el Comité Pro Reforma, integrado por los delegados de las tres facultades que tenía la Universidad de Córdoba (Medicina, Derecho e Ingeniería), con el fin de promover una reforma de sus estatutos. Lideraron el comité los presidentes de los centros de estudiantes de esas facultades, quienes comenzaron a tejer una serie de alianzas con organismos cordobeses, representantes de la clase política, y con otras universidades, como la de Buenos Aires. La relación con el estudiantado porteño contribuyó a radicalizar el movimiento reformista en Córdoba.

Sin respuesta a sus reclamos, los estudiantes, apoyados en el Comité Pro Reforma, profundizaron sus protestas. Cuando plantearon sus demandas ante el Consejo Superior de la Universidad, éste no sólo las rechazó sino que ordenó la clausura de la Universidad. La respuesta fue una huelga general -el 31 de marzo- y masivas movilizaciones. Pero no se quedaron allí, pues pidieron a las autoridades nacionales la intervención de la UNC.

Los hechos se precipitaron. El 11 de abril, como producto de un largo proceso de organización sindical de los estudiantes universitarios del país, nació la Federación Universitaria Argentina (FUA). La organización planteó un ingreso amplio a las universidades y un sistema autónomo y democrático de gobierno, entre otros puntos.

 

El 7 de mayo, el presidente Hipólito Yrigoyen decidió intervenir la Universidad. Envió como interventor al procurador general de la Nación, José Nicolás Matienzo, quien, tras el levantamiento de la huelga, dejó sin efecto la supresión del internado del Clínicas. Luego implementó una reforma similar a la de la UBA de 1906, consistente en poner el gobierno de la Universidad en manos de los profesores, terminando así con el predominio de las academias integradas por miembros vitalicios.

 

Tras el estallido del 15 de junio, el día 21 se conoció el “Manifiesto Liminar” de la Reforma. Con el título “La juventud argentina de Córdoba a los hombres libres de Sud América”, cristalizó los postulados centrales: autonomía universitaria, cogobierno, extensión universitaria, periodicidad de las cátedras, concursos de oposición, gratuidad de la enseñanza universitaria. Fue firmado por un grupo de estudiantes, pero no por quien se considera su verdadero autor, Deodoro Roca.